• Depredadores

Los dragones de Komodo, carroñeros y depredadores, poseen una vista y un oído muy poco desarrollados, sin embargo estas carencias vitales para la subsistencia la solventan con creces con el mayor grado de desarrollo de su olfato que les permiten detectar la presencia de otros animales a 3 kilómetros de distancia. Cada vez que un dragón saca su larga lengua de la boca esta se empapa de partículas de aire que lleva hasta su paladar donde se encuentra el órgano de Jacobson´s, con el cual analiza el aire e identifica a las posibles presas. Su facilidad para detectar la sangre de sus presas ha dado más de un susto a algunas turistas que se han acercado hasta las islas durante su menstruación.

 

 

Se estima que la población de varanos existente actualmente es de unos 5700 ejemplares, 2900 se encuentran en Komodo, 1900 en Rinca y 100 en la isla de Motong, el resto están distribuidos por la costa occidental de la isla de Flores seriamente amenazados por la imparable destrucción de su hábitat.

En la isla de Padar, que casualmente fue la primera en ser declarada zona protegida, la especie se extinguió en 1975.
De los 9 casos de muertes por el ataque de los dragones documentados solo uno ha sido protagonizado por un habitante originario de las islas. El caso más conocido de ingesta de humanos por los varanos fue el del Barón Rudolf van Biberegg, turista suizo que en julio de 1972 se separó del grupo con el que viajaba para realizar unas fotografías; unos días más tarde encontraron su cámara y sus gafas junto a una gran mancha de sangre ya seca y huellas en la tierra de los zarpazos de los dragones, señales inequívocas del banquete. 

En los pueblos de Rinca y Komodo en ocasiones han llegado a desenterrar tumbas de cadáveres humanos Y es que sus movimientos lentos y serenos son engañosos, cuando se encuentran con el estómago vacío y por lo tanto ligeros de peso, en una rápida reacción pueden alcanzar a la carrera los 20 kilómetros por hora, velocidad suficiente para atrapar durante un descuido a un hombre con un zarpazo de sus garras. Al igual que la mayoría de los reptiles, su estómago posee la capacidad de dilatarse extraordinariamente al igual que su mandíbula, lo que le permite engullir de una sola sentada hasta el 70% del propio peso del dragón, tras lo cual se retira torpemente hasta un lugar discreto donde permanece inmóvil digiriendo el alimento durante varias semanas y atracándose del calor del sol.

Los ejemplares más grandes solo llegan a comer 12 veces al año
La voracidad de los ejemplares adultos que pueden llegar hasta los 50 años de edad, les llevan a atacar a individuos de su misma especie; las crías impregnadas con el olor de los excrementos para camuflarse buscan refugio en las capas más altas de los árboles donde los adultos por su corpulencia no pueden llegar.

En su viscosa saliva se encuentran hasta cincuenta bacterias diferentes, siete de ellas altamente tóxicas. Los restos de carroña en descomposición que forman parte de su dieta contribuyen a la formación y proliferación de estas bacterias que les sirven para cazar. Cuando acechan a alguna de sus presas durante la caza y logran morderla, las bacterias de su saliva infectan las heridas, a los pocos días esta muere para convertirse en alimento de los dragones que con su fino olfato no tardan en localizar. Científicos holandeses descubrieron 2009 que también poseen una mordedura envenenada.

Su mordedura si no mortal en el momento, inyecta a sus presas varias sustancias entre ellas anticoagulante y otras que provocan una bajada de tensión arterial, hipotermia y pérdida de la conciencia
Hace unos años los guardas el Parque alimentaban a los dragones sacrificando una cabra ofreciéndosela a los animales a la vista de los turistas. Tras un exhaustivo seguimiento de este sistema de alimentación artificial se llegó a la conclusión de que los dragones cuya población de machos triplica la de hembras, habían comenzado a atrofiar sus cualidades como cazadores. Desde la universidad de Udayana en Bali se recomendó poner fin a tal práctica. Algunos dragones acostumbrados a su dieta atacaron a los guardas del Parque Nacional durante sus patrullas reclamando su comida.

Las hembras de los dragones de Komodo poseen la capacidad de reproducirse en ausencia de machos dad (partenogénesis) algo que sin duda les ha ayudado a sobrevivir en este entorno seco y caluroso en la época seca.
Uno de los mayores problemas con los que se enfrentan los guardas el Parque es el control de los cazadores furtivos que se internan en las islas en busca de ciervos y búfalos salvajes y la consiguiente disminución de presas naturales de los dragones.