• Una Historia de Dragones

Alfred Russel Wallace, naturalista británico, poseedor de la intrépida voluntad de un pionero y el talento de un genio, dedicó 8 años (1854 – 1862) a la investigación y exploración de la mayor parte del archipiélago de Indonesia. Wallace fue el primero en identificar y trazar la línea divisoria que existe entre las regiones biológicas de Asia y Australia.

 

 

Wallace El archipiélago

malayo,
Pero Wallace, durante sus exploraciones y en su derrotero rumbo a la isla de Timor, pasó de largo por dos pequeños islotes situados en el estrecho de Sape que separa Sumbawa y Flores, las islas de Komodo y Rinca. Las fuertes corrientes de sus aguas, sus abruptas costas y sobre todo las pocas precipitaciones que reciben las islas – entre 800 mm y 1000 mm – cubiertas casi por entero por sabanas, no las hacían siquiera atractivas para hacer aguada a los barcos de aquella época que se dedicaban al comercio y a la pesca. De haber reparado en estos dos pequeños puntos en el mapa sin duda hubiera reforzado su teoría de la evolución y adaptación de las especies al encontrarse de lleno con uno de los misterios biológicos de Indonesia, el dragón de Komodo.
No fue hasta principios del siglo XX cuando el secreto del dragón de Komodo se reveló a la ciencia. Hasta entonces había sido un misterio y una oscura leyenda deformada por las historias de pescadores y navegantes que transmitieron de boca en boca relatos de criaturas agresivas y sorprendentemente fuera de toda lógica natural.

En 1911 el piloto holandés van Hensback, al servicio de la marina de las Indias Holandesas, tras estrellar su avión alcanzó a nado la costa de una de las islas del actual Parque Nacional de Komodo. Poco tiempo más tarde fue rescatado pero durante su estancia en la misteriosa isla parecía haber caído en una profunda locura. Relató el encuentro con extrañas criaturas, de animales que no se parecían en nada a los que antes se habían visto y documentado, unos dragones de gran tamaño que atacaban y devoraban a los animales de las islas. La realidad no se encontraba muy lejos de la fantasía. El reloj del tiempo que marcaba el ritmo de la evolución de los grandes lagartos se había detenido hacía 4 millones de años. Los dragones se antojaban entonces como un eslabón indispensable en la teoría de la evolución y retorno al origen evolutivo.

El gobierno holandés – Indonesia por aquella época era una colonia holandesa- no tardó en enviar una expedición científica a la región y poco tiempo después (1912) P.A. Ouwens, conservador del zoológico de Bogor en Java, realizó la primera descripción de los animales; más tarde (1928) el americano Douglas Burden, jefe de una expedición científica americana que estudió la zona ese mismo año, realizó la catalogación científica y dio nombre a la especie, Varanus komodoensis.

En 1926 primer dragón en cautividad inspiró la película de King Kong

En 1986 el hábitat del dragón fue declarado por la UNESCO Reserva de la Biosfera.

Con tres metros de longitud y unos 140 kilos de peso que puede llegar a medir y pesar un varón adulto es el mayor de los varanos. Komodo y las islas adyacentes pasaron de ser un lugar totalmente desconocido a convertirse en una de las perlas zoológicas de Indonesia y reducto de libertad de obligada visita de biólogos y zoólogos amantes de los grandes reptiles.